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La incertidumbre del mañana nos desafía en un presente incierto.

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Quizás sea una obviedad decir que la crisis, la desesperanza e incertidumbre atraviesan a nuestro país, pero hay que remarcar que no nos afecta de la misma manera a todos, ya que depende, directamente de los contrastes de cada uno de nosotros. Estas diferencias son resultado del entramado histórico-social, de la coyuntura vincular, de la historia personal, del campo vincular, es decir, con quiénes se atraviesa la incertidumbre. El grado de fortaleza de nuestra personalidad, el rol de las instituciones, nuestra realidad laboral y la función del Estado que lucha por una transformación radicalizada.

En esta dicotomía, la de un “cambio” radical o la adherencia completa a un modelo anterior, insiste nuestro sesgo de analizarlo todo de manera binaria, entre quienes continuaran siendo nuestros amigos, y aquellos que formaran las filas de los enemigos.

Indudablemente dependerá de las capacidades creativas de cada uno, de la posibilidad de fortalecer la herramienta de la creación y de la responsabilidad del accionar en la vida cotidiana.  Ahora, si carecemos de esa capacidad o la tenemos imposibilitada ¿Qué hacemos?

Esto nos pone frente a una primera reflexión: no es una cuestión de resiliencia individual. En los últimos años el término ha tomado protagonismo incluso dentro de “los beneficios” de la tan promocionada inteligencia emocional, donde ser capaz de esa fuerza individual es un éxito personal. Esto niega la fuerza y la importancia del capital cultural que es producto de la historia singular, del momento histórico, los agentes sociales y la red vincular.

Esto expone la potencia de "lo" social, para formar redes de contención, de tramitación del padecimiento, la capacidad de gestar subjetividades colectivas, de dar respuestas nuevas frente a estos escenarios repetidos en contextos desconocidos.

Como sociedad tenemos que asumir la responsabilidad de no generar una nueva grieta entre los que no podrán responder y aquellos que podrán.

Uno de nuestros desafíos es no seguir invisibilizando y excluyendo seres humanos que, desde siempre, han sufrido desmantelamiento subjetivo alienados a la crueldad de la reducción de una vida de necesidad y supervivencia. Donde en un contexto comunitario con lazos quebrados, la salida de emergencia que habilitaba posibilidades impensadas desaparece.

Nos interpela la hazaña de no ser canallas en la biosfera de nuestros privilegios, en tiempos de ferocidad, siempre, LA TERNURA.

 
 
 

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© 2023 Creado por  Yanela Duimich 

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